A partir de las propias palabras de Soriano, siempre dispuestas a combatir la brutalidad y la tristeza con ironía y humor, Nicolás Hochman va de Ezeiza a Bruselas y de París a Argentina, rastreando el significado y los efectos de este acontecimiento traumático sobre la vida y la escritura de un exiliado que miraba en espejo allí donde hubiera una persona o un contexto que lo trajera de regreso.