Una sombra ya pronto serás (1990) puede leerse como un ejercicio hiperrealista siempre a punto de desmoronarse. Allí, contra cualquier intento de colonizar la novela y vaciarla de sus significaciones y entramados sociales, afirma Carlos Ríos, Soriano opone una cartografía cuya paradoja esencial reside en su estado de incertidumbre y asume, en la batalla de las formas, el compromiso de no dejarse abatir por el programa de destrucción masiva que instaló el menemismo en nuestro país.