Este artículo tiene por objeto analizar la contribución de los exiliados para que Chile volviera a la democracia. Llama la atención la falta de conocimiento de gran parte de la sociedad chilena respecto a la experiencia del exilio. Generalmente, cuando se analiza la dictadura chilena (1973-1990) se hace mucho hincapié en los factores internos, léase manifestaciones, protestas, la influencia de los políticos, la Iglesia, etc., en Chile. Cuando se analiza la influencia externa, ésta generalmente se refiere a la de otros gobiernos, organizaciones internacionales y no gubernamentales. ¿Y qué hay de los exiliados, que en su momento constituyeron prácticamente el 10% de la población chilena? En general, existe la percepción que éstos llevaban una vida distanciada de los acontecimientos en Chile. Nada más alejado de la realidad. Constantemente, los exiliados chilenos no sólo mantuvieron el interés en su país, sino que se movilizaron activamente en la lucha contra la dictadura. Mediante numerosas asociaciones en el mundo entero, los exiliados chilenos mantuvieron un constante nexo con la oposición en Chile y realizaron todo tipo de actividades de solidaridad. Las asociaciones de exiliados chilenos constituían un lobby incansable ante los distintos gobiernos y sociedades de acogida. Gracias a éstas, varios gobiernos de acogida ejercieron una presión constante para que Chile respetara los derechos humanos y transitara hacia la democracia.