La cuestión de la tensión entre estructura y agencia es una de las problemáticas centrales a la que quienes trabajamos en el campo de la antropología y, en general, en el de las ciencias sociales, nos enfrentamos cotidianamente. Esa tensión ha sido conceptualizada de diversas maneras desde diferentes posicionamientos teóricos. Tales conceptualizaciones configuraron, a su vez, modelos que, centrados en elaboraciones particulares de esa relación, posibilitan abordajes e interpretaciones de la dinámica sociocultural, de las continuidades, transformaciones y fracturas del orden social, de las tensiones y los conflictos que hacen al devenir histórico, cualitativamente distintos.
Históricamente, esos modelos se han configurado en función del mayor peso (cuando no, del peso absoluto) de uno de los elementos de aquella relación que, así, se fue constituyendo en una relación dicotómica: estructura o agencia (lo que luego se tradujo en otras dicotomías tales como macro y micro, objetivo y subjetivo, estático y dinámico). De un lado, la determinación de la acción de los sujetos por medio de lo social (independientemente de las diversas concepciones de esto último); del otro, la reivindicación de la autonomía del agente, del momento de la agencia en la trama social.
En la actualidad, diversas perspectivas teóricas permiten problematizar y complejizar la relación entre estructura y agencia. Sin embargo, estas complejizaciones tienen historia y, por lo tanto, en el campo de la antropología social resulta imposible comprenderlas, entender su significado, sin explorar las perspectivas teóricas precedentes ni las principales nociones que de éstas últimas hoy se cuestionan.