Si bien somos conscientes de la complejidad a la hora de pensar sobre el hábitat urbano, en este artículo retomamos dos cuestiones centrales: los sentidos impartidos desde la Justicia y el rol del Estado. Partimos de la definición de hábitat justo pensándolo no sólo en la tenencia de una vivienda de condiciones adecuadas, sino teniendo en cuenta, además, la localización del suelo urbano (es decir la cercanía a instituciones escolares, de salud pública, el estado de los accesos, la provisión de servicios, etc.) y la seguridad de esa tenencia. Como define Reguillo, pensada desde la comunicación, la ciudad se convierte en un objeto que sirve para abordar otros procesos; ya sea los lugares de simbolización o representación urbanas como las plasmaciones de procesos políticos y culturales. Es desde este recorte que abordamos la problemática del hábitat popular urbano desde los sentidos propuestos por la justicia y los contextos políticos que la entrecruzan.Por un lado, los modelos de Estado configuran políticas que promueven o descartan inclusiones de derechos a los sectores populares. Entonces, es interesante situar la problemática en los diferentes paradigmas de Estado para comprender al problema en el tiempo y en el escenario actual.