El término etimológico de “Soberanía” proviene del latín, formado por la suma de “super” (encima), más el sufijo anus (procedencia) y del sufijo “ia”, que significaría la cualidad que tiene el soberano, es decir la autoridad sobre el resto.
El principio teórico en el que se basan todas las concepciones de la democracia, con aceptación, prácticamente universal, fuente de poder y autoridad, proviene de Rousseau, como doctrina política moderna.
Un pueblo es una unidad histórica de costumbres y hábitos de vida en común, cuyos integrantes acuerdan formar un Estado para gobernarse mejor, en forma soberana (sin otro poder por encima de él). El pueblo constituye el Estado, y debe después controlarlo y cambiarlo si lo cree conveniente.