Frente a la propagación de esa categoría explicativa [cultura policial] para dar cuenta de las conductas de los/as policías y su impacto sobre el diseño de políticas públicas en seguridad, considerando además el hecho de que en torno al concepto de “cultura” la antropología social también se constituyó como disciplina científica, consideramos oportuno reflexionar acerca de las limitaciones de su uso en este contexto.
La reflexión que proponemos contiene los siguientes ejes. Respecto del primero, creemos necesario ensayar un uso reflexivo de una categoría apropiada por el sentido común (nativo/experto) para evitar el riesgo de dividir el mundo entre agentes “culturalmente” opuestos –de un lado policías y del otro civiles o no policías–, que suele derivar en atribuirle maniquea e ingenuamente el mal a unos y el bien a los otros. Como sucedió con el concepto de “clientelismo”, la categoría de “cultura policial”, al haber sido apropiada por los propios agentes y formar parte de su repertorio para juzgar ciertas conductas, integra su perspectiva. Por consiguiente, más que un concepto explicativo es parte de lo que debe ser comprendido, si es que acaso incide en la configuración de las realidades estudiadas. Recordemos, análogamente, cómo el estudio de la sociogénesis de la categoría de kultur en Alemania le permitió a Norbert Elias dar cuenta de configuraciones sociales y políticas durante la conformación del Estado nación en el siglo xix. Con el segundo eje, y para identificar y explotar las vías conceptuales alternativas, proponemos retomar las discusiones antropológicas contemporáneas sobre dicho concepto a efectos de diferenciar los usos nativos en el ámbito policial de los del ámbito antropológico que los toma como objeto de comprensión. Ejemplos de estas discusiones son la mayoría de los trabajos reunidos aquí, y los estudios empíricos realizados sobre y en las policías de Argentina y Brasil.