Es difícil trazar cuadros de conjunto de la historiografía europea y ubicar en ella a la peninsular –más aun desde un margen, como es el de nuestro ambiente académico– en razón de que, en general, afectado cada uno de sus integrantes políticos (reinos, provincias, territorios) por problemas propios, tradicionales y específicos, ofrecen poco espacio para la historia comparativa, ya por defasajes teóricos y metodológicos, ya por la variedad de las vías de su construcción. Por ello voy a tomar como guía de referencia y de memoria –aunque no únicas– a las exposiciones de Ricardo García Cárcel (2001, 2013) y de Ofelia Rey Castelao (2012).