Este breve texto surge a partir del dictado de una conferencia realizada en honor del centenario de los estudios históricos en la Universidad Nacional de La Plata. Intenta, por lo tanto, lejos de ser el trabajo de un especialista sobre el tema, mostrarse como un hilo de reflexión no sistemático, que dé cuenta de ciertas ambigüedades que se me presentaron al indagar en torno de la tarea de Ricardo Levene y de sus actividades en nuestra ciudad, frente a una imagen circulante en el sentido común historiográfico, empecinada en cristalizarlo en un lugar positivista definitivo. Lejos está de mí, la necesidad de presentar una lectura revisionista del personaje histórico (tarea que ya por su nombre le hubiera dolido incluso al involucrado), sino que se pretende con esta divergencia, explorar ciertos matices en torno a lo que se ha sentenciado como lo que supone ser un historiador academicista o profesional, inmune –al parecer- a ciertos desafíos y convites de lo social y lo político.