La historia del cuerpo no consiste simplemente en devorar estadísticas vitales, ni en un conjunto de técnicas para descifrar las representaciones, sino que requiere más bien buscar el sentido de su interrelación. Dado el nivel de conocimientos existentes, hay que admitir que seguimos siendo bastante ignorantes en cuanto al modo en que los individuos y los grupos sociales han experimentando su yo corporal y cómo han considerado el cuerpo del otro. La simple noción de historia del cuerpo implica sin paliativos una drástica reificación y simplificación, un reduccionismo, cual si existiera un solo cuerpo en el cual se configure una historia unitaria. Indudablemente la historia del cuerpo debe dar paso a las historias de los cuerpos. Nosotros pretendemos analizar cómo eran aprehendidos los cuerpos de las mujeres grávidas, como eran miradas, escuchadas, contactadas, cuidadas, preservadas o "desechadas" por aquellos que experimentaban por ellas responsabilidad -médicos, parteras, curanderos, funcionarios estatales y religiosos- o amor -familia, amigos, vecinos- en definitiva cómo era considerada esa mutación que trocaba su cuerpo en otro todavía más frágil. Entorno que consideraba a esa mujer como un "recipiente con goteras", tanto fisiológicamente -menstruación, llanto, lactancia- como psicológicamente, la mujer como ser hablador sin sentido. Una concepción del cuerpo como recipiente hueco dentro del cual circulan fluidos que se combinaban, se encontraban y reaccionaban entre sí; los órganos internos, en los casos raros que eran tomados en consideración se los concebía como canalizaciones o como bombas aspirantes y evacuantes respecto al fluir de los líquidos.