A propósito de la decisión del Gobierno Nacional de abrir indiscriminadamente las importaciones de libros, este texto reflexiona acerca de las formas en que afecta la tarea de las pequeñas y medianas editoriales, gráficas y librerías, al mismo tiempo que favorece la concentración de las empresas transnacionales que controlan el rubro.
Asimismo, se reconstruyen las políticas culturales y económicas que, durante la última década, se desplegaron para fomentar el acceso democrático a la lectura y a los bienes culturales.