Para empezar es importante tomar posición sobre que entiendo por “lo popular”, así como lo que no, y en tal sentido es lícito citar que “El proceso educativo de lo que denominamos educación popular no está definido por los destinatarios, el pueblo, los pobres, los marginados, sino por el proyecto transformador que lleva implícito” (Prieto Castillo & Gutierrez Perez, 1994). O sea, ese proyecto transformador, por un lado es parte de la identificación de los sectores que lo construyen, vinculado directamente a una práctica participativa que implica reflexión sobre las condiciones históricas por un lado, y coyunturales por otro. Por otra parte, ese mismo proyecto transformador es superador a estos actores, porque refiere a los intereses de sentido de uno o varios sectores, es un interés compartido. Entiéndase lo popular como el resultado de una relación de participación que los actores sociales tienen, dentro de esa práctica popular, en un ejercicio de legitimidad que incluye a muchos más actores no presentes en esa práctica. Tanto con su participación como con su mensaje, el sentido de que sea o no popular lo marca el grado de legitimidad que el Pueblo le da al identificarse con el reclamo. “No hay cultura del Pueblo sin política de Pueblo” (Freire, Paulo, 1972).