La crisis del capitalismo mundial que inauguró el viernes negro de Wall Street en 1929 se llevó, además de miles de millones de dólares, incontables puestos de trabajo, paralizó el comercio internacional, y con ello se llevó también a los gobiernos de casi todos los países involucrados. La Argentina no fue la excepción: un golpe militar depuso al presidente Hipólito Yrigoyen el 6 de setiembre de 1930. El Peludo fue maltratado y humillado por los golpistas, brazo armado de una clase dominante que nunca aceptó perder todas las elecciones a partir de la ley Sáenz Peña. Esta clase, ahora muy asustada por una crisis sin precedentes, necesita recuperar el gobierno y el poder para minimizar sus pérdidas y hacer pagar a otros sectores sociales el precio del desastre.