El poder económico, el político y el ideológico alcanzan en el neoliberalismo un alto grado de concentración. La política es absorbida por el poder del dinero, y los medios de comunicación reproducen ese dominio oligárquico trocando la promesa de igualdad por la amenaza de la crisis, el desempleo y la violencia. En su relato, la injusticia es natural, lo colectivo es un disfraz del autoritarismo estatal y el capital individual, el único seguro de ascenso social.