Convertida desde los siglos IV y V en uno de los pilares dominantes de Occidente, la Iglesia católica puede estar más o menos volcada a apoyar a los más vulnerables y a los movimientos populares, pero esto no implica un quiebre con los poderes fácticos. Es en la periferia latinoamericana donde hoy se asienta para reconstruir el poder que perdió al aliarse con las mafias y los líderes del neoliberalismo.