Mientras se reproduce de arriba a abajo, de los de oro a los de bronce, la pirámide que establece dónde está el verdadero conocimiento y quiénes pueden acceder a él, el periodismo que aboga por la neutralidad construye un curioso altar: el del guardián moral que deja la cima para ubicarse en el medio, pero perpetúa la jerarquía que distingue a los ignorantes de los propietarios del saber.