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Al considerar las relaciones prospectivas entre la música y el pensamiento evolutivo es necesario articular claramente a qué nos referimos cuando usamos el término ‘música’. Las investigaciones antropológicas, y crecientemente, cognitivas y neurocientíficas, sugieren que el término posee una aplicabilidad amplia que va más allá de las concepciones convencionales de la música como mero entretenimiento. A través de las culturas, la música se presenta activa, interactiva e insertada en un rango amplio de actividades sociales; parece ser un rasgo tan “normal” como el lenguaje en la interacción humana. Sin embargo, a diferencia del lenguaje, los significados de la música, paradójicamente, parecen ser naturales -la música parece significar lo que suena- y al mismo tiempo indeterminados en su fundación. Este capítulo argumentaráque esta paradoja está en el corazón del rol de la música en la interacción humana. Partiendo de la premisa de que la música se manifiesta en situaciones donde el foco está puesto en la interacción social como un fin en sí mismo (y no como un medio hacia un fin), se sugerirá que la música puede ser mejor conceptualizada como un medio de comunicación que posee rasgos que son óptimos para el manejo de situaciones de incertidumbre social. Se propondrá que puede darse cuenta de al menos algunos de los aspectos del significado en la música a través de su explotación de los mecanismos de comunicación que en otras especies subyacen al fenómeno de “señalización honesta”. Puede postularse que otras raíces de los rasgos del significado musical se hallan en las regularidades específicas de la especie que aparecen en el mapeo entre el afecto y la vocalización humana, mientras que otros emergen como el resultado de las dinámicas contingentes del proceso cultural. Así, la música incorpora dimensiones de significado múltiples con diferentes raíces evolutivas. La disponibilidad simultánea de las tres dimensiones del significado musical dotan a la experiencia de la música de una intencionalidad flotante -la música parece tratar sobre ‘algo’, pero el objeto de ese ‘sobre algo’ es ambiguo-, mientras que la operación de sensibilidades comunicativas generales de la especie le permite a la música la apariencia de una “señal honesta”. Al mismo tiempo, los procesos cognitivos y de comportamiento que permiten que los humanos aliñen sus acciones y sonidos entre sí en el tiempo dentro de un marco de trabajo comúnmente experimentado de pulsos temporalmente regulares y que puede ser específico de los humanos imparten un sentido de afiliación mutua a la experiencia musical colectiva. La música puede ser concebida como un medio de comunicación que es tan vital como el lenguaje para la vida social humana y para las concepciones y compromisos de los humanos con la espiritualidad humana.
In EnglishWhen considering the prospective relationships between music and evolutionary thinking, it is necessary articulate clearly just what we mean by the term ‘music’. Anthropological, and increasingly, cognitive and neuroscientific, research suggests that the term has a broad applicability beyond conventional conceptions of music as mere entertainment. Across cultures, music appears active, interactive and embedded in a wide range of social activities; it appears to be as ‘normal’ a feature of human interaction as language. However, unlike language, music’s meanings appear, paradoxically, both natural—music seems to mean like it sounds—and at the same time foundationally indeterminate. This chapter will argue that this paradox is at the heart of music’s role in human interaction. Starting from the premise that music manifests itself in situations where the focus is on social interaction as an end in itself (rather than as a means towards an end), it will suggest that music can best be conceptualised as a communicative medium that has features which are optimal for the management of situations of social uncertainty. It will propose that at least some aspects of meaning in music can be accounted for by its exploitation of communicative mechanisms which, in other species, underlie the phenomenon of ‘honest signalling’. Further features of musical meaning can be postulated to stem from species-specific regularities in the mapping between affect and human vocalisation, while yet others emerge as a result of the contingent dynamics of cultural process. Music thus incorporates multiple dimensions of meaning with different evolutionary roots. The simultaneous availability of all three dimensions of musical meaning endow the experience of music with floating intentionality—music appears to be ‘about’ something’, but the object of the ‘aboutness’ is ambiguous—while the operation of species-general communicative sensitivities affords music the appearance of an ‘honest signal’. At the same time, cognitive and behavioural processes that enable humans to align their actions and sounds in time with each other within a commonly experienced framework of temporally regular pulses and that may be specific to humans impart a sense of mutual affiliativeness to a collective musical experience. Music can be conceived of as a communicative medium that is as vital as language for human social life, and for human conceptions, of and engagements, with human spirituality.