A mi largo interés por el género biográfico –género que supo tener mala prensa en los ámbitos académicos, aunque eso ya quedó atrás– se sumó en este libro la enorme fascinación que siempre me produjo la figura de Oscar Alemán. Digo la figura como un conjunto de cuerpo y música. ¿Cómo descuidar la inalienable dimensión espectacular de quién era capaz de tocar la guitarra a ciegas –llevándosela a la espalda– o bailar en medio de una ejecución virtuosa?
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