A cuarenta años del último Golpe de Estado en nuestro país se hace preciso recrear las lecturas que las manifestaciones artísticas del período de la post-dictadura construyeron de su propia historia, particularmente desde el cine. Toda sociedad reflexiona sobre las causas profundas de sus conflictos y el cine, como manifestación artística, logra integrar lo icónico y lo lingüístico, imagen y sonido, convirtiéndose así, en uno de los medios más utilizados a la hora de denunciar determinados sucesos que contribuyen a reconstruir el entramado social desgarrado por la última dictadura. El cine abre nuevas perspectivas sobre lo que una sociedad confiesa de sí misma y también sobre lo que niega, este artículo intenta ser una invitación a revisitar el film La historia oficial (Puenzo, 1985) interpretando la trama que narra a partir del viaje de Alicia de Lewis Carroll. Para la Alicia de Carroll, atravesar el espejo implica traspasar el universo de la rutinaria y aburrida realidad a un mundo maravilloso, contrariamente, la Alicia de la película, habitó un mundo fantástico toda su vida y atravesar el espejo significará pasar del espacio privado al público. En ese recorrido, por ese “mundo extraño”, descubrirá que el país de las maravillas que la albergaba, desapareció.