Los silencios no solo componen los extractos inenarrables de las experiencias del dolor, también pueden operar como agencia subalterna bajo la posibilidad de negociaciones y acomodamientos en una realidad desigualmente estructurada. Ello implica pensar las modalidades políticas de los inferiorizados desde dinámicas cotidianas y sigilosas, no siempre expuestas en lo público mediante la arenga. En este sentido, las siguientes líneas buscan adentrarse e interpretar las cotidianidades laborales, racialmente constituidas, de migrantes mapuche que debieron sortear la continuidad colonial en Santiago de Chile.