Es hasta hace muy poco tiempo que una parte de los estudios musicales cognitivos experimentales hegemónicos comenzaron a incorporar sistemáticamente el problema del cuerpo (Leman 2008). Si bien es innegable su aporte a un paulatino cambio de paradigma, hemos de aceptar que el modelo de mente implícito en la mayoría de sus investigaciones sigue siendo el computacional centralizado. Es verdad que en trabajos recientes como Godøy y Leman (2010), se mencionan algunos de los trabajos filosóficos y teóricos antes referidos que proponen modelos consistentes de mente corporizada. Sin embargo, esta referencia no implica un diálogo con ellos: es meramente testimonial. Sus contenidos no se discuten o aplican. Es notorio también el desconocimiento de las discusiones que existen entre los diversos modelos y sus implicaciones y consecuencias tanto metodológicas como epistémicas.