Se conoce que la diabetes constituye una dolencia de gran prevalencia que la transforma en uno de los problemas más importantes para la salud pública en el mundo entero. Sus complicaciones a largo plazo deterioran la función de órganos nobles y generan una elevada mortalidad. Estas complicaciones también son responsables del enorme costo de la atención médica del paciente diabético, que impone una gravosa carga a los sistemas de salud. Por otra parte, en los últimos años se ha comprobado de manera definitiva que el control de la glicemia -principal característica metabólica del padecimiento– hace posible la prevención de estas complicaciones. Existe, por tanto, la necesidad de desarrollar estrategias que puedan conducir a un mejor control de esta tasa elevada de glicemia.