La llegada de los conquistadores a América Latina significó el origen de Occidente como potencia hegemónica. La dominación de este continente posibilitó la acumulación originaria que fue decisiva en la constitución de la sociedad capitalista. De esta manera, el mundo colonial ha sido fundamental para la emergencia de Europa como centro mundial. El encuentro con el otro tomó forma de sometimiento económico y cultural, pero, a su vez, dio lugar a experiencias de resistencia que trazaron preguntas y que se toparon con problemas vigentes en la actualidad. En estas páginas se presentan algunas notas a fin de reflexionar, desde la periferia, sobre los orígenes de aquella política imperial y sobre las primeras respuestas que inauguraron el camino hacia la construcción de la soberanía.