Si bien la preocupación por el mantenimiento de los vestigios del pasado nace de hecho con la Ilustración, no será hasta avanzado el siglo XX a partir de la postguerra y con el advenimiento de la crisis industrial junto al crecimiento del turismo cultural a escala global, cuando se manifieste un creciente aprecio por una concepción mucho más amplia de Patrimonio, como el legado de la experiencia y el esfuerzo de una comunidad, ya fuera material o inmaterial y por su reconocimiento anclado en la identidad de cada territorio.