A partir de diciembre de 2015 vivimos una época de cambios políticos, económicos y sociales contundentes. Es necesario reflexionar sobre cómo éstos afectan en nuestras condiciones de vida en todas sus dimensiones: educación, trabajo, futuro profesional y desarrollo industrial. Para ello, analizaremos sus indicadores. Para empezar, el actual contexto económico, implementado a partir del 10 de diciembre de 2015 por decisión del voto popular, reúne características netamente recesivas para nuestro desarrollo industrial. El proyecto económico ha cambiado sustancialmente desde esa fecha y ha generado, sin dudas, un escenario poco propicio para la industria nacional y para el desarrollo local/regional. Algunos datos concretos nos permitirán entender esta afirmación, elaborar un panorama futuro y poder pensar cuáles acciones implementar para que la industria nacional no desaparezca, como es de esperarse.
En el marco de este proceso recesivo, las quitas en las políticas de promoción industrial –como créditos, subsidios y capacitaciones para PYMES, MIPES y cooperativas–, se suman a medidas, como la devaluación de la moneda nacional (o el aumento en el precio del dólar) y a los aumentos en las tarifas de energía eléctrica y de combustibles.
Estas acciones impactaron negativamente en los costos de funcionamiento y de producción de las empresas, y también en las actividades científicas de investigación y de innovación. Muchas de esas empresas, que importaban partes de componentes, a la espera de la sustitución de esas importaciones, no pueden acceder ni a unos ni a otros productos y ven resentida su capacidad productiva.