Habiéndose cobrado la vida de sesenta millones de personas la Segunda Guerra Mundial evoca muerte y destrucción. Como ejemplo de la escalada de violencia durante el trascurso de la contienda, en el frente del Pacífico, los japoneses atacaron el día 7 de diciembre de 1941 la base militar estadounidense de Pearl Harbor asentada en la isla de Hawái ocasionando la incorporación de Estados Unidos en el conflicto. Aquel día pasó a ser recordado por los norteamericanos como el día de la infamia. El presidente Franklin D. Roosevelt afirmó entonces: “Creo interpretar el deseo del Congreso y del pueblo cuando sostengo que no sólo nos defenderemos hasta las últimas consecuencias, sino que nos aseguraremos de que semejante forma de traición jamás nos amenace nuevamente.”