Barro, metáfora del ceramista que designa a la arcilla y asigna un valor tecnológico, en el que se fusionan enfoques perceptivos, emocionales e intelectuales. Medio por el cual, respetando los pasos procedimentales, arribamos a una definición: la cerámica. Concebida a partir de la acción del fuego y a través de una reacción físico-química, retiene en sus entrañas la perpetuidad que puede brindar como soporte.
Con motivación por la inquietud de saber desde donde llega el “modo de hacer” cerámica y desde cuando, mas allá de aquella suposición que arriba a la convicción de ser españolas sus raíces, la valoración de la cerámica como soporte artístico es la meta o el fin, y el comienzo a su vez, que justifica esta búsqueda. Comienzo por el que se intenta dar por definición de un hito, una situación, un momento; que dieran lugar a coordenadas que permitieran trazar un mapa, con el cual podría realizarse un recorrido, una mirada sobre la exploración histórica de la producción cerámica en la argentina. Por lo tanto, y como resultado de los relatos escritos y orales, se podrían definir 5 “momentos” o hitos que conforman un recorrido. Una “pirca” propiciará de inicio al recorrido como el momento indígena o pre-colombino; un “tejado” seguirá como segundo momento por la llegada de la colonización; unas columnas de diferentes alturas coronadas con tazas de te, objeto icónico de la cultura inglesa, continuarán con el recorrido las botellas de gres, representativas del auge de la industrialización nacional, y para culminar, tres platos que “enseñan” el modo de producción y objeto en si, de la institucionalización de la cerámica.