Reescritura de una tesis doctoral en Historia, este libro de Martín Bergel aborda el cambio en las connotaciones asignadas a Oriente en las representaciones discursivas argentinas, en el largo arco que va del romanticismo a diversas versiones de un orientalismo positivo, desplegado en torno a la década de 1920 (y que Bergel define como “orientalismo invertido”, en oposición al orientalismo negativo analizado por Edward Said en su ya clásico Orientalism). Surgido en el seno de una particular conciencia de crisis de Occidente (en la que convergen la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la Reforma Universitaria), ese orientalismo invertido enlaza con el americanismo que también se despliega en la década del veinte, bajo diversas modulaciones, impulsado por el espiritualismo antipositivista y el antiimperialismo. En este sentido, se trata claramente de un fenómeno global, que abarca todo el continente americano y que en Argentina adquiere inflexiones específicas. Esta inversión valorativa (que en su vertiente antiimperialista anticipa el tercermundismo posterior) no implica una superación del carácter imaginario, generalizador e incluso estereotípico de las representaciones orientalistas, sino apenas la inversión de sus connotaciones.