La inmediata postdictadura fue una etapa que, asumiéndose como el presente democrático, necesitaba marcar su diferencia irreductible con el pasado “autoritario”. Las primeras revisiones fílmicas sobre el pasado dictatorial surgidas en esos años proponían un reconocimiento de lo acontecido en clave de denuncia. Un filme representativo de ese primer momento es La historia oficial (1985) de Luis Puenzo. Históricamente esta película ha sido pensada como portadora de una visión simplista del pasado basada en la explicación de la teoría de los “dos demonios” y favorecida a su vez por una caracterización maniquea de las situaciones y de los personajes.
Actualmente existen algunos estudios críticos que revisan esta posición, ya sea para confirmar la lectura canónica del filme en el marco de nuevas problemáticas o, como pretende mi trabajo, para proponer otras posibles lecturas. Con esta idea, el abordaje crítico que propongo apunta a mostrar que, siendo uno de los filmes más representativos del período de la transición democrática, La historia oficial opera cierto corrimiento dentro de las fórmulas ficcionales del momento.