Desde hace unos veinte años, el sector agropecuario argentino vive profundas transformaciones visibles en el crecimiento de la superficie destinada a la agricultura, en la producción y productividad y en los saldos exportables. Algunas de las explicaciones de este espectacular incremento se encuentran en la especialización y la profesionalización logradas gracias a la incorporación de modernas tecnologías en toda la cadena agrícola en un contexto político-económico que promovió dicha intensificación.