La profundización de la globalización a fines del siglo XX y principios del XXI, muestra que las potencias del norte, especialmente Estados Unidos han tomado decisiones unilaterales que han perjudicado a los países en vías de desarrollo y con ello sus posibilidades no sólo de desarrollarse económicamente, sino de tener una política exterior independiente y soberana. Lo ocurrido el 11 de septiembre del 2001 con las Torres Gemelas, sin embargo, ha permitido a los países latinoamericanos poder desmarcarse aunque sea en menor medida, de los determinantes de la política exterior norteamericana.
Esto ha significado a nivel interno, un mayor acercamiento a la integración política, económica, social, cultural y ambiental, y a nivel externo una mayor autonomía en cuanto a las relaciones exteriores, lo que ha permitido enfrentar diversos inconvenientes que poseen las economías latinoamericanas y caribeñas: el desempleo, la pobreza, las asimetrías regionales dentro de los países y entre los países, la desigualdad social, el escaso desarrollo económico sostenible, la corrupción, el narcotráfico, el tráfico ilegal de personas y bienes, y el acceso a los servicios tales como salud, educación, vivienda, etcétera.
En lo que va del siglo, podernos observar un retorno de “la política” al escenario latinoamericano en desmedro del neoliberalismo económico imperante en la década de los noventa y principios de este siglo. La relación Sur-Sur en este sentido se ha visto influenciada por el diálogo político y la concertación para reforzar los vínculos entre los países y buscar formas alternativas para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos latinoamericanos y caribeños. ¿Por qué nos referimos a latinoamericanos y caribeños?.
Porque el propósito del siguiente trabajo es analizar los objetivos que se plantea la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, a través, en este caso, de la cumbre del año 2014, analizando la Declaración Final, el Plan de Acción y otras Declaraciones que versan sobre diversos temas de agenda latinoamericana y caribeña e incluso internacional.
Porque si existe una de las aspiraciones de la CELAC, es la construcción de una integración regional que incremente su participación en las decisiones de política y economía internacional, a través de la presentación de una voz en común en los distintos organismos internacionales. Por último, la CELAC, debe identificar los asuntos prioritarios para cada uno de los países integrantes, construyendo una nueva forma de integración regional que servirá a su vez como base para la inserción y el diálogo con otras regiones, evitando superponerse con otros organismos y promoviendo la complementación entre los países, es decir, la CELAC, “es un mecanismo de diálogo y concertación política. Es un mecanismo articulador, que trabaja sobre la base del consenso. Es un foro que avanza sobre la convergencia de acciones e intereses comunes.
Es una plataforma que facilita una mayor presencia de nuestra región en el mundo. Es un espacio para hacer frente a desafíos comunes”.