Con motivo de la aceptación de mi renuncia al cargo de juez de Cámara Federal por parte del Sr. Presidente de la Nación, se imponen algunas breves líneas a modo de cierre de una etapa personal y profesional.
A lo largo de veinticinco años –diez en San Carlos de Bariloche y quince en La Plata– ejercí la magistratura como juez de Cámara por concurso. Durante ese cuarto de siglo, jamás sentí presión alguna de parte del Estado provincial o nacional, debiendo tenerse en cuenta que diversos Gobiernos con distintas orientaciones políticas han regido esos años los destinos del país.