Ante el avance de las corporaciones transnacionales que apuestan a la exclusión y la deglución de la política, la Constitución de 1949 nos recuerda que en las luchas por la libertad económica y la soberanía política no sólo se juega nuestra independencia, sino nuestra principal posibilidad de justicia: la justicia social. Y que la razón de ser de la autonomía judicial no es la libertad de los jueces para compartir o no los objetivos estatales de independencia, sino la resistencia al colonialismo.