Sus doce habitantes buscan acumular poder para sobrevivir a los vaivenes externos. Tienen, por eso, el olfato tan entrenado para percibirlo como para detectar su ausencia. La reacción al cambio político es instintiva: tributan al Gobierno de turno y dejan de hacerlo, sin negarle una carátula a nadie. De los pollos de Mazzorín al partido judicial, y del falso mani pulite que sucedió al macrismo a su incapacidad para advertir que la espada que ayudó a forjar puede acabar penetrando su propio cuerpo.