El pensamiento futbolero de Juan Román Riquelme, la concepción del juego que despliega con su control del balón y sus pases, puede alcanzar la belleza de un caño célebre. A partir de la fascinación generada por el instante eterno de ese caño, Diego Tomasi compone una sinfonía de voces para entonar la elegía del Último Diez. Además de sugerir un árbol genealógico conjetural para el rol del número diez, el libro apuesta por la belleza (posible) del fútbol como puro juego.