Esta obra comienza, desde el título, proponiendo una musicalidad que se manifiesta también en la introducción, donde la autora nos conduce por las Rutas argentinas al ritmo de Spinetta, y concluye invocando a quienes “colectivamente cantaron, resistieron e hicieron oír sus voces”. La musicalidad de la obra se emparenta, sin duda, con una escritura narrativa que sigue un ritmo ágil, dinámico, y que encuentra momentos para demorarse en una gran intensidad analítica. Esta escritura es fácilmente accesible, amena, aprehensible, una escritura que no busca hacerse inteligible para un público amplio, sino que sencillamente es comprensible, sin justificaciones de esfuerzos para ser comprendida –dificultad del mundo académico para asumir sus limitaciones comunicativas.
Cada párrafo transita una geografía distinta, enlazada por la dinámica del tema bajo estudio: los piquetes habidos entre 1996 y 2001 en Agua de Fuego (Cutral Có) y en Plaza de la Loma o Huincul, en la Patagonia argentina; y los acaecidos en Tartagal y General Mosconi, Salta.