La paz es un anhelo perpetuo de los seres humanos y no sólo entendida como ausencia de conflicto. Como corolario de ella, los derechos humanos son el producto de un proceso dinámico, es decir, que surgen nuevos compromisos, necesidades y deberes, pero sobre todo, surge una toma de conciencia de los individuos, los grupos sociales, los pueblos y los Estados. El derecho humano a la paz es el resultado de esa evolución.
La educación implica indagar y profundizar las acciones a favor de una propuesta de paz positiva, afianzándola así, como un eje principal y fundamental en la construcción del derecho humano a la paz Sin duda, la educación es la herramienta más valiosa para contribuir y promover los derechos humanos. Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece que […] la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos del hombre y a las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz.
Sin educación no se puede hablar y comprender el contexto internacional, por ende, no se analizarían conceptos como paz, democracia y desarrollo; porque en el terreno de la educación se promueve la protección, el conocimiento y la enseñanza de los derechos humanos. Se destaca así que, desde el inicio del proceso educativo, el docente que emite un mensaje convierte ese contenido en formativo para individuo que lo recibe. Por eso, una buena educación en valores y en derechos humanos es fundamental desde la edad temprana, pero no restringida al espacio escolar, debe trascender a espacios de la educación no formal y de esta manera fortalecer la democracia.
Porque para convivir en paz, la educación es el medio para la construcción y consolidación de la misma desde un sentido positivo del concepto, basada en la democracia y los derechos humanos.