América Latina en los últimos años muestra un panorama complejo producto del desarrollo de fuerzas contradictorias. Por un lado, al más alto nivel político se aprueban nuevas iniciativas como la Unión de Naciones Sudamericanas/UNASUR y Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América/ALBA que, algunos autores las caracterizan como posliberales, dando lugar a una agenda que pone mayor énfasis en las dimensiones sociales, políticas, de seguridad y en políticas comunes como la energética o la de infraestructura. Por otro, se reactivan instrumentalmente procesos subregionales como el Mercado Común del Sur/MERCOSUR y el Sistema de Integración Centroamericana/SICA, mientras que se agudizan los problemas internos de la Comunidad Andina de Naciones/CAN. De manera paralela proliferan los nuevos acuerdos comerciales que, desde fines del siglo XX, tienden a conformar un mapa de articulaciones económicas múltiples sobre la base de Tratados de Libre Comercio –TLC– bilaterales y multilaterales, independientemente de su caracterización como países desarrollados o subdesarrollados y de su contigüidad espacial.