Los hechos de la infancia nos marcan de maneras que no llegamos a discernir sino hasta que los nombramos y les damos una forma narrativa. Laura Alcoba en su novela La casa de los conejos (2008), narra su experiencia infantil en una casa operativa de Montoneros en la Argentina de los años ´70. En la escritura, plasma los miedos, reproches y huecos de sentido sobre los que se erigió esa zona silenciada de su infancia. Su historia se inscribe dentro de un nuevo corpus de narraciones en torno a la memoria y recuperación del pasado de la última dictadura militar en Argentina: la de los hijos e hijas de militantes desparecidos, presos políticos y exiliados durante el terrorismo de estado; al mismo tiempo que deja entrever la singularidad de esa experiencia en su manera intransferiblemente única de decir “Todo comenzó” para echar a andar su escritura.