En la introducción de este libro se ha mencionado la reconfiguración del otro cultural que se produjo en la transición española, tiempo que, con independencia de las dispares cronologías establecidas en los diferentes estudios, se caracterizó por una notable sensación de aceleración de la historia. Es asi como dos años después de la muerte de Franco se verifica un nuevo y cambiante escenario histórico, que por su carácter efímero, tuvo en la prensa el tratamiento más acorde al pulso de los acontecimientos. Por otro lado, el seguimiento del día a día de la transición estuvo asociado, en algunos periódicos, con la voluntad de comprometerse firmemente con el cambio de sistema. En esa coyuntura numerosos periodistas adquirieron un lugar protagonice en el espacio cultural y político (Imbert, 1990). Pero se ha subrayado, asimismo, que una visión meramente publicista del tema entorpece la posibilidad de analizar algunas modalidades emparentadas con el hecho literario que se revitalizan en este tiempo y ofrecen un campo fecundo para el análisis de formas eclécticas y mestizas. De la contaminación e intercambio, en este caso con el registro periodístico, surgieron discursos de una gran fecundidad que ocuparon lugares hasla entonces vacíos, especialmente aptos para explorar formas no canónicas.