Los datos, a nivel internacional, muestran que los programas de promoción de salud no fueron suficientes para responder a la propuesta de la OMS para el año 2000. Aceptando la complejidad del análisis de sus causas sí es evidente que emerge una dimensión que adquiere relevancia: la formación de los profesionales de la salud, en particular la Médica, a quienes se les reconoce la función social de instalar el cuidado, preservación, prevención y recuperación de la salud, acreditándoles competencias capaces de generar comportamientos saludables en la población y modificar aquellos que no lo son.
La educación ética es imprescindible para generar experiencias de aprendizajes significativos en la Educación Médica. Sin sus contenidos no es posible instalar competencias profesionales del área de la salud, que por otra parte son consideradas objetivos en los propios planes de estudio de las carreras de medicina.
La formación universitaria, de los formadores de los recursos humanos en salud, requiere: propuestas de innovación, estrategias pedagógico-didácticas específicas para el ejercicio de la docencia, sostenerse en el marco teórico de la Pedagogía Médica construido desde su dimensión ética, y en la investigación, tanto de las prácticas de la enseñanza como del ejercicio profesional de los responsables de la Salud.