El héroe encarna entonces aquel que transgrede un límite y, precisamente por eso, queda en un lugar de soledad; es decir, de excepción. Esto le permite, sin embargo, fundar un “para todos” , esto es, un universal. Puede valer para todos por la exterioridad misma de su enunciación, a partir de la cual se constituye el conjunto finito. Es el para todos “que conduce a admitir al jefe, el no-como-los-otros, no como todos los otros” (Miller, 2008: 312).
La lógica del todo y la excepción es, efectivamente, la que determina el lado izquierdo de las fórmulas de la sexuación. Es por eso que los valores viriles se han encarnado usualmente en figuras heroicas excepcionales. Pero notamos que, en el siglo XIX, comenzaba a ser cada vez más difícil encontrarlas.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)