En la última década del siglo XX académicos y políticos se han reunido para tratar este problema en las Conferencias sobre Cambio Climático. En una breve retrospectiva, estas reuniones inician con la primera Conferencia Mundial sobre el Clima en 1979. En 1988 se establece el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). En 1995 Berlín es sede de la primera Conferencia de las Partes COP 1, dos años después en Kyoto se logra formalizar un Protocolo por el cual se alcanzan acuerdos, aunque sin establecer obligaciones a los Estados. Continúan las reuniones hasta la gran cumbre de 2015 conocida como la COP 21 realizada en París. Sucedieron valiosos avances en lo político, económico, productivo y más importante aún, en la conciencia de la sociedad.
Uno de los aspectos del problema del cambio climático concierne a nuestro campo de acción, relacionado con la construcción y mantenimiento del hábitat humano. A pesar de que estudios difieren en nuestro grado de responsabilidad, puede citarse que del 35% al 50% de las emisiones GEI se deben al sector construcciones, esto no es poco y buscamos asumirlo como una responsabilidad.
Dada la relación entre responsabilidad profesional e incumbencias otorgadas por el Estado, vemos que se encuentran: "diseñar, proyectar, dirigir y ejecutar la concreción de los espacios destinados al hábitat humano"; que junto a otras 19 incumbencias relacionadas con la primera, suman: medir, estudiar, calcular, controlar, planificar, investigar, elaborar normas legales, relevar, tasar, valuar, peritar (Res MEyJN N°133/87) y desde 2006 atender a la higiene y seguridad de obras de arquitectura. Pero en la formación de los profesionales el ambiente y la energía no son variables de tratamiento obligatorio.
El ejercicio de los profesionales de la arquitectura y la construcción llevó a que la humanidad avance sin ser consciente del impacto que podría causar su "habitar". Hoy vemos que dicho impacto existe, que es aparentemente elevado y que podría calificarse de sostenido a permanente en tiempos humanos. Esto último dicho a modo de hipótesis ya que cada año, con inversión en ciencia y tecnología, se modifica el nivel de certeza. Pero prácticamente ningún país niega el cambio climático, o la necesidad de mitigar impactos modificando hábitos y costumbres, buscando utilizar energías limpias, apelando a la eficiencia energética y experimentando con nuevos o antiguos materiales.