Orozquianas apela a las nociones de reescritura y homenaje en forma explícita, algo que en la poesía suele hacerse de modo menos contundente. Aquí se ponen de relieve dichos recursos, como una forma de homenajear y agradecer tanta felicidad deparada por la lectura de la Poesía completa de Olga Orozco, de donde fueron extraídos todos los versos utilizados como disparadores. El mundo de Orozco, así, es revelado a través de la admiración y la apropiación poética de algunos de sus íconos (como el otoño o los gatos), conformando un nuevo caleidoscopio, que también funge de respetuosa ofrenda.