Las ciudades resuelven la relación entre expresión e identidad y se presentan como un escenario poblado de recursos para imaginar y reconstruir aquello que se produce y construye en torno a la idea de memoria, a lo que se recuerda, lo que se silencia u olvida. Para activar la memoria o construir prácticas en torno a ella, con el desafío de fijar recuerdos, los muros de las ciudades nos muestran que es necesario imprimir “lugares” e “imágenes” para disputar sentidos sobre lo político y lo cultural. Esos paisajes expresan sentidos que están allí disponibles para desentrañar, comprender e interpretar.