Si hubiera que definir a La Nota a partir del modo en que organizó su participación en el espacio de la prensa, teniendo en cuenta su objetivo político de promover la causa aliada y la atención que para tal fin otorgaba a un público efectivamente ampliado, tal definición debería destacar la presencia simultánea de una serie de rasgos de la prensa periódica más moderna y popular junto con otros que remiten a la prensa política y de elite. Es así que, por un lado, a diferencia de la mayor parte de los magazines, tuvo una motivación política, y estuvo escrito principalmente por miembros de las elites políticas e intelectuales; por otro, La Nota organizó su intervención utilizando recursos característicos de los semanarios plebeyos, que se tradujeron ―al menos desde la voluntad de ser leídos ampliamente― en modificaciones en tono, estilo, géneros usados y estándares de lengua deseables. Como semanario, La Nota se enroló en la experiencia pionera de otras publicaciones del género cuyo caso más exitoso era Caras y Caretas; de ese modo, convirtió al público y al mercado en cuestiones centrales para escoger sus materiales y proponer sus temáticas, o para el diseño de algunas de sus secciones.