El libro propone deconstruir las representaciones que se gestaron en la relación entre juventud y la dictadura argentina en el período 1976-1983. La autora señala que la juventud es una representación que se construye históricamente y que, en contextos históricos específicos, las sociedades definen y redefinen qué es ser joven. A partir de esta conceptualización, la investigación discurre por dos caminos paralelos. Por un lado, visualiza y analiza las representaciones que se construyen en torno a la juventud en el espacio rosarino durante la dictadura. Representaciones que se anclaron en discursos y prácticas políticas específicas que las dotaron de sentido histórico. Aborda también el estudio respecto de las vivencias juveniles que esas prácticas y discursos acumularon. Es decir, cómo esas políticas se inscribieron en la vida cotidiana juvenil, proceso que no fue ni direccional ni homogéneo. Por otro lado, el texto indaga sobre la emergencia de experiencias autónomas que se constituyeron en alternativas a los modos hegemónicos de concebir a los jóvenes.