Uno de los principales desafíos que tenemos quienes nos dedicamos a la docencia es sin dudas, captar y fundamentalmente mantener el interés de nuestros estudiantes. Desde luego que no es una novedad, acompaña a la docencia desde sus orígenes, lo que ha cambiado ahora es la sociedad, pues si ya era un problema; actualmente lo es aún más en tanto vivimos en un contexto de atención en dosis efímeras. Aquella que se presta solamente a un mensaje breve, una imagen un video, y raramente a una exposición más o menos prolongada o menos aun a un escrito extenso.
Y en educación la atención es todo. Como sostiene Marcial Pérez (El cerebro que aprende, 2014) “…Cuántas veces pensamos en llamar la atención de alguien para explicarle, para convencerlo, para pedirle, para movilizarlo o para advertirlo. Sin la atención un individuo no está no es él y de nada nos sirve su sola presencia.”