Se analiza el lugar de los libros en Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, teniendo en cuenta la noción de lo abyecto desarrollada por Julia Kristeva en Poderes de la perversión. Se piensa en el libro como elemento constitutivo de la sociedad y el sujeto, y en cómo a través de una sociedad totalitaria se impone incendiarlo, expulsarlo, haciéndolo ocupar la zona de lo que perturba la identidad, el sistema, el orden. Los libros se convierten en depositarios de lo abyecto, son considerados como la alteridad, aquel objeto “otro” surgido del individuo, que debe ser eyectado para poder constituir sujetos manipulables y fácilmente controlables.