Es bien sabido que Séneca, en sus tragedias, no busca ofrecer una exposición doctrinaria de los conceptos propios del estoicismo, tal como cierta crítica decimonónica y de la primera mitad del siglo XX lo ha querido ver (cf. especialmente Marti, B. 1945 & 1947), sino que en realidad busca exponer y representar poéticamente ciertos aspectos particularmente paradójicos de su pensamiento (Rosenmeyer, Th. (1989), Tarrant (1976 & 1985), Fantham, E. (1982), inter al. En este trabajo intentamos comprobar si, además de la problematización de la doctrina estoica, se lleva a cabo una discusión de algunos aspectos específicos de una doctrina con la que el propio Séneca, en sus Epístolas morales, reconoce tener un muy fructífero diálogo, es decir, la epicúrea. Para esto analizaremos, dentro del entramado textual, ciertos pasajes de Troades, Thyestes, Hercules furens e Hippolytus donde, ya sea por su contenido, ya sea por su dicción, se desarrollen aspectos o conceptos asimilables a las enseñanzas de Epicuro.